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Joaquín, en el jardín de su casa |
Han transcurrido ya seis años de ausencia de mi amigo Joaquín. Lejos de desvanecerse su recuerdo se hace más nítido con el tiempo; no tanto los hechos vividos como su rostro, sus gestos y su risa franca, que permanecen en mi memoria como también me acompaña aquel mirar capaz de hablar sin palabras. Tal vez, con los años, uno aprende a valorar más a la persona que las experiencias compartidas, aunque estas sigan viviendo en mí.
Quiero que este recuerdo, mientras
la vida me lo permita, alcance también a aquellos amigos (algunos también de
Joaquín) que ya no están, pero que caminaron junto a mí, dejándome una huella imborrable.
Así, cómo no evocar, en su representación, la mirada azabache y bondadosa de
Pedro Oliete; la discreción e inteligencia de mi querido amigo de la infancia
Justo Riazuelo, que partió cuando apenas comenzábamos a vivir; o la sonrisa
diáfana como ibón de su querido Pirineo, donde desembocaban los impulsos
apasionados, de Jorge Mayoral, quien nos dejó recientemente.
En el poemario de Joaquín “Cuadernos de un viejo poeta” - Antología (1967-2019), editado en 2024 y en un apartado distinguido como “Joaquín era así”, varios amigos dedican preciosos artículos a su memoria. De entre ellos, he elegido el párrafo final que le dedica José María Aspiroz, en el artículo titulado “Un barbastrense de bien”:
“Pasarán muchos años y su memoria perdurará entre
sus coetáneos y más jóvenes. Nos dejó casi sin avisarnos, y una sensación de orfandad y una tremenda nostalgia
afloran entre quienes fuimos sus amigos, pero a la vez una infinita sensación de
paz nos reconforta porque el ánimo de Joaquín nos envuelve y protege”.
Joaquín, además de su perfil
intelectual tenía un firme compromiso con sus ideales. Destacaba el amor por la familia, cultivaba la amistad con cuidado y era un conversador excepcional,
atento y generoso con los amigos.
Termino este recuerdo con un poema de su autoría,
dedicado a los amigos y que figura en la antología citada.
LOS VIEJOS AMIGOS
Hay que decir
con la arrogante impiedad de los enigmas,
que los amigos son siempre los amigos
y van siempre contigo porque habitan
ese oscuro anaquel de la memoria
en que vives tú mismo.
Tal vez por eso es bueno frecuentarlos
prolongar la ternura de los momentos nuevos
catalizar la química que alarga
el dulce transcurrir de los recuerdos.
Con los viejos amigos.
Joaquín Coll Clavero
Alfonso Ordín Náger