El niño y las calles
”… te voy a explicar a qué obedecen los nombres de la calle de nuestra
niñez y el de todas las que encontremos desde el Rioancho (calle General
Ricardos) hasta llegar a La Tallada, la plaza de nuestra casa”. Así
le dijo el señor al niño que fue.
Joaquín Costa, Santo Domingo, Cascajo y Esparza quedaron recogidas en la
entrada del mes de diciembre.
Calle Conde – Calle de los Misioneros (*)
El recorrido continúa por la calle Conde. Esta vía se creó a finales del
siglo XIX, como consecuencia de la construcción del convento e iglesia de los
Misioneros del Corazón de María, fechada en 1888.
Según aparece en algún documento, los claretianos se instalaron en una
casa cedida por un particular desconocido, aunque otros recogen que fue el
conde de Güaqui, esposo de la V marquesa de Artasona, quien donó la casa y de
ahí el nombre de la calle, “Conde” o “del Conde”, pero siempre conocida como calle
de los Misioneros.
No recordamos muchos negocios asentados en ella desde mitad del pasado
siglo. Esquina con la calle Monzón estuvo la Caja de Ahorros, también
Telefónica y más recientemente la Academia Cumbre. Se derribó la casa del
Doctor Brusáu y quedó un solar enlatado, que desde hace muchos años es un vertedero,
sin que se haga nada al respecto, a pesar de las denuncias de los vecinos. La
carbonería del Sr. Guillén; el horno de la Sra. Filo, en el que obraba sus
deliciosos dulces, que luego vendía en el local de la calle Monzón; la
panadería de Justo … Al al final de la calle, donde hoy se encuentra la
Delegación del Gobierno de Aragón, estaban las cuadras del palacio de los
marqueses de Artasona, situadas en la parte trasera del mismo (ver detalle final de la torre del Marqués en la fotografía que ilustra la calle Saso y Saurina)
Calle Lacorte – Violante Lacort (o Lacorte) (*)
Violante Lacorte (así se llamaba, desde el siglo XVII, la calle que
ahora transitamos) fue la esposa de Lasierra, barón de Letosa, vecino ilustre
de la calle Monzón. Esta señora, de buenas costumbres, nació en el siglo XVI,
quizá en el Bearn, una región del Pirineo francés. Con el paso del tiempo la
vía pasó a llamarse calle La Corte.
No puedo recordar ningún negocio instalado allí, más allá de los que ocuparon, en distintos momentos, los situados en la esquina con la calle Monzón.
Calle de Saso y Saurina (*)
En los siglos XV y XVI algunas familias de notarios tenían sus vivienda
y despachos en el camino de Monzón o en calles aledañas, muy cerca de esta vía
principal (calle Joaquín Costa).
La saga de los Saso, una de las más prestigiosas, estaba ubicada en la
calle Saso y Saurina. Por otra parte, Miguel Saurina fue un destacado maestro de
obras durante la primera mitad del siglo XVI que participó en proyectos tan importantes como las torres de la casa Consistorial (1536) o la Catedral de
Barbastro (1542).
Creo que el nombre de la calle Saso y Saurina se puede deber a que estos
personajes tuvieran ubicadas sus viviendas en ella, o bien podría ser
consecuencia de la unión de ambas familias. Las dos hipótesis están pendientes
de constatar, pero no cejaremos en el empeño de lograrlo.
Algunos de los vecinos de esta calle han reformado sus casas y con ello
muestran su arraigo al lugar. Otros se fueron y la calle está jalonada por
solares y casas “espaldadas”. Hacia la mitad del recorrido se abrió un
espacio (para “esponjar” el barrio,
dijeron los políticos) que comparte con la calle de los Misioneros y que
constituye la plaza de la Primicia. Tanto el estado de la plaza como el abandono del aparcamiento subterráneo
bajo su piel son ejemplos de la desidia municipal, que repercute muy
negativamente en la higiene y seguridad del entorno.
Plaza de la Primicia, desde la calle Saso y Saurina En primer plano, entrada al parking (inactivo) |
Calle Ramón Palacios – Callizo del Saco (*)
Era una calle sin salida, de ahí el nombre popular de “callizo del
saco”. En alguna remodelación de la zona, quizá a finales del siglo XIX,
abrieron un paso estrecho, peatonal, hasta la plaza de La Tallada.
La familia Palacios, aun sin pertenecer a la nobleza, fue muy influyente
ya en el Barbastro del siglo XVI. Un Ramón Palacio (ciudadano-labrador) ocupó
cargos de jurado y procurador. Creo que el nombre de la calle se debe a este
personaje. Las casas construidas al final de la calle, por el lado izquierdo,
formaban parte de la muralla o muro que subía por La Tallada. Las entradas a
las viviendas eran por el propio callizo, pero algunas de éstas mantenían una
puerta por la que se salía extramuros. Ramón Palacios tendría allí su casa pues
en un documento de la época se dice “se le da permiso a Ramón Palacios para
abrir la puerta falsa, en tanto sea tiempo de las eras”.
En los años 50 del pasado siglo la mayoría de las familias que habitaban
la calle eran agricultores, con sus fincas, eras y pajares por los alrededores
del Terrero. Entonces era una calle bulliciosa, tanto el ajetreo de las
caballerías de labor, algún carro, así como los niños que jugaban en la calle,
la llenaban de vida.
En un momento dado, el señor le comentó al niño: “… conocías todas las
casas de esta calle, pero te voy a nombrar sólo una porque te encantaba el
nombre, el más bonito de todos para ti, la que se conocía como Petra Flor”.
Calle Pablo Sahún – Calle de las Monjas (*)
La denominación “calle de las Monjas” está tan arraigada que no muchos
barbastrenses saben que el nombre oficial es calle Pablo Sahún, y menos todavía
conocen quién fue esa persona, nacida en Zaragoza a finales del siglo XVIII.
A Pablo Sahún Palacín le tocó vivir la guerra de la Independencia, en la
que participó y destacó como miembro del Cuerpo de Voluntarios de Aragón. Fue
apresado y conducido a Francia. Tras ser liberado en 1815 se trasladó a Barbastro,
al lado de su tío D. Luis Joaquín.
Pablo Sahún fue alcalde de la ciudad y llevó a cabo muchas obras sociales utilizando la importante herencia que
recibió de su tío. A reseñar la casa Amparo, llamada entonces Casa de la
Misericordia, que compró y dotó de abundantes rentas y el Hospital de San
Julián y Santa Lucía. Asimismo destinó mucho capital a atajar el terrible
cólera que asoló Barbastro en 1855. Fue nombrado Diputado por Barbastro en
Huesca. Su fallecimiento ocurrió en mayo de 1857 y sus restos fueron enterrados
en la iglesia de San Bartolomé, donde permanecieron hasta la destrucción de la
misma durante la Guerra Civil.
Esta calle fue llamada con anterioridad calle de Santa Lucía, por la
ermita dedicada a la santa situada en la esquina con la calle Joaquín Costa,
junto al hospital para pobres que desde el siglo XII, y con el mismo nombre,
ocupaba el solar que después albergó el convento de las monjas Clarisas, allá
por el año 1560. A partir de entonces el pueblo va acomodando el nombre de la
calle y empezará a conocerse como calle de las Monjas, hasta el día de hoy.
Iban recorriendo la calle y el señor musitó al niño “esta calle también
te trae recuerdos …” después de la calle Monzón era la más comercial del barrio
y añadió “poca gracia te hacía cuando tu madre te ponía un pozal en la mano y
te mandaba a comprar carbón vegetal a casa del Sr. Silvestre”.
Plaza de La Tallada (*)
Por fin llegaron a la plaza de La Tallada, la raíz de sus vidas; y se
sentaron en un banco. El panorama que contemplan ahora nada tiene que ver con
el de su infancia, aunque algún vestigio de aquellos años queda.
“¿Sabes?”, comenzó a decir el señor en ese registro tan particular que
mantenía con el niño, e inició otra de las muchas explicaciones que iba dejando
en cada calle … hay una palabra árabe de cierta parte de Marruecos que se
escribe “Talja” y se pronuncia algo así como “tallad”. Su significado en
castellano es subida o acción de subir; y teniendo en cuenta que en la parte
más alta de la avenida de la Merced, al parecer, había un arrabal árabe al que
llamaban la morería alta, creo que es coherente considerar que el sustantivo Tallada
tiene un origen árabe.
Luego el señor se mantuvo callado unos segundos, como meditando … para
luego decir “muy diferente a la de aquel tiempo, sí …, quizá sea la plaza más
añorada, pero su aspecto ha mejorado mucho y eso me alegra. La vida vuela
rápida y para bien o para mal casi todo cambia. Además la geografía, como dicen
ahora, de nuestra niñez está perfectamente custodiada en nuestro interior, al
amparo de la imaginación. O no sientes algo especial, como una energía singular
muy nuestra, al estar aquí, a pesar de todo. Ya te dije el otro día que los
sentimientos jamás caducan.
Querido compañero de vida, he compartido mi interés y conocimientos por
la calle Monzón y sus aledañas y eso me congratula. Sé que no te he reseñado el nombre que tuvieron algunas de estas calles en épocas convulsas y ha sido así porque fueron nomenclaturas efímeras. Seguiremos investigando
para despejar las incógnitas que han quedado en el camino”
Al poco tiempo un pequeño autobús urbano realizó la parada de la plaza, “te das cuenta, ahí vemos un signo de progreso. Jamás hubiéramos pensado por aquel entonces que un servicio como éste existiera en Barbastro y menos que pasara por La Tallada”
El señor se quedó observando a la gente que bajaba y subía del autobús y
cuando de nuevo quiso dirigirse al niño, se había ido. No le importó porque lo
mismo que el invierno alarga el brazo buscando la primavera, así él acude
cuando lo necesita al niño que fue.
Se levantó y se dirigió al estrecho paso que conduce al callizo del Saco
y su niñez lo seguía.
Nota aclaratoria (*): En primer lugar se reseña la nomenclatura oficial actual, a continuación cómo se distinguía la calle en el siglo XVI (según el historiador Antonio Salas Auséns) y por último, el nombre con el que se conoce la calle popularmente, en el caso de que sea otro.
Alfonso Ordín Náger
Plaza de La Tallada A la izquierda, casas con accesos por el callizo del Saco |
Lo que te digo siempre, Foncho, puro realismo mágico aparte de muy bien documentado.
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