lunes, 4 de septiembre de 2023

BOLTURINA (HUESCA)

Érase una vez un pueblo que trasladó sus fiestas patronales al día 20 de agosto porque el 15, día de la Virgen, era mucho más difícil contratar una orquesta que cinco días más tarde. Ese mismo pueblo aceptó de buen grado la expropiación del territorio ante la evidencia de que los jóvenes habían emigrado y los mayores, cada vez menos, podrían seguir sus pasos con holgura gracias a la compensación económica del acuerdo con el Opus Dei.  Este pragmático pueblo se quedó sin un solo habitante y poco después sin casas en pie. Sólo los restos de una iglesia y el camposanto nos hablan de antiguos moradores, después de más de 50 años.


Restos de la iglesia de Santa Ana (Bolturina)


Ayer, mientras Barbastro anticipaba el inicio de sus fiestas y las calles se llenaban de gente y de ruido mi destino fue Bolturina, donde los pájaros y los árboles ponían melodía a un paraje abandonado y cubierto por una vegetación exuberante.




Casa Ubis, Juanico, Salamero, Llanos, Costa, Mora, El Royo, Sesa, Layo, Miranda, Fuster, Franco, Ignacio, Lloren, Sánchez, Pablé, Sierra, Barrí; ni rastro de alguna casa, ni de la plaza del pueblo, ni de la escuela, tampoco queda fuente ni cruz, a lo sumo alguna teja y azulejos que hacen deducir que, entre la espesura, hubo viviendas.

Frente a la Puebla de Castro y Secastilla, muy cerca de Ubiergo, se localizaba este pequeño pueblo,  que llegó a contar con vivienda para la maestra, tienda de comestibles y hasta ayuntamiento (antes de depender del de Secastilla).  Rodeado de tierras fértiles en olivas, almendras, nueces, trigo, ordio (cebada), huertos y viñas, sus gentes vivían por y para el campo.

El conocimiento de Bolturina, pueblo deshabitado de la comarca de Ribagorza,  me llegó de la mano de una descendiente de Casa Antón, que a los 12 años vendría a Barbastro para aprender contabilidad en la calle Monzón, con Dña. María Llorens, madre de D. Pepe Broto. Después el destino la llevó al mundo de la costura, actividad que realizaría hasta su jubilación, desde su piso del Paseo del Coso.

Ayer tarde, desde su nueva vivienda, que ya no mira a la Catedral, sino a la Iglesia de San Francisco, Nati volvió a la niñez y recibió con inocente ilusión el puñado de higos y moras que le llevábamos de su pueblo.

Me consta que hay una asociación de Amigos de Bolturina y hasta la pandemia solían reunirse una vez al año para planificar actividades enfocadas a mantener viva la memoria de este pueblo. Sin duda el camino diáfano que permite acceder al cementerio es obra de algún descendiente de aquella tierra que necesita abrirse paso entre la maleza para reencontrarse con el pasado, aunque sólo sea para sentarse frente a la iglesia de Santa Ana y recordar el tañido de las campanas.


Los gozos de la Virgen -versión anterior a la fundación del Opus Dei-
(La antigua ermita de la Virgen de Torreciudad pertenecía a Bolturina)

1 comentario:

  1. Bonito y a la vez triste relato de la desaparición de un pueblo, como otros muchos que conforman la que ahora se ha dado en llamar la España vaciada.
    Un amigo de la infancia, de la plaza del mercado en Barbastro, recuerdo que los veranos pasaba unos días en Bolturina, alguien de su familia descendía de allí. Su nombre, Alejandrito.

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