Ayer, todas las calles de Sahún llevaban a la plaza de la Iglesia porque en ese lugar iba a comenzar la celebración de LES FALLES. Tras una noche bulliciosa y cargada de emociones para sus vecinos y visitantes, hoy, día de San Juan, este pequeño pueblo del valle de Benasque recupera el sosiego.
Desde que dejamos el coche,
en una zona habilitada para ello y comenzamos la subida hasta la iglesia, percibimos
que detrás de Les Falles hay mucho trabajo e ilusión. El propósito de la fiesta es preservar una tradición, bajo medidas
de seguridad y grandes dosis de alegría y hospitalidad.
Cuando llegamos a la plaza de la Iglesia están preparando la hoguera y hablamos con Surya, un niño que justifica sus
nervios porque en los dos últimos años no ha podido ejercitarse. Mientras, Haya, su hermana, nos
miraba con una mezcla de orgullo y timidez, sabedora de que va a portar la falla por vez primera,
bajo el amparo de su padre, como manda la tradición; la misma que apunta hacia el último mozo casado para que sea él quien prenda esa hoguera primigenia, encargada de encender las antorchas, verdaderas protagonistas de la noche.
Con la falla ardiendo, en primer lugar los pequeños y después los jóvenes y mayores, bajarán corriendo hasta el barranco, y allí empezarán a voltearla sobre la cabeza, hasta que se consuma la "piel" del albà (abedul), corazón y alma de esta particular antorcha.
Desde el prau de Riu, disfrutando del espectáculo (Al fondo, el barranco) |
Alrededor de las 10, van tomando el escenario los actores más pequeños; la mayoría no llega a coger el tocho (vara), pero se hacen uno con el adulto para, junto a él, aprender a bailar la
falla y, sin dar cabida al miedo, lograr que brote el orgullo por continuar con la
liturgia.
Y así, anoche, fueron rememorando
el rito ancestral alrededor de 80 personas, vecinos de Sahún y allegados, con un
maestro de ceremonia experimentado y entusiasta, Ramón, que entre ascuas, indicaba
el lugar apropiado a cada uno que entraba en escena para conseguir la mayor
vistosidad del espectáculo y minimizar el riesgo.
La noche más corta del
año, la noche de San Juan, la iluminan los sahunenses desde tiempo inmemorial y
así le muestran el camino al verano con la esperanza de que sea una estación
fructífera.
Esta mañana hemos bebido
el agua bañada por el rocío de una noche mágica, el mismo que ha lavado las fresas
silvestres (martualls) que nos regala
esta tierra, tan generosa como sus gentes.
¡Feliz verano!
Sugerencia: Ver aquí la historia de Les Falles a través de la Escuela de Sahún (2005)
Agradezco al Cra Alta Ribagorza su permanente labor divulgativa
Gracias Charo por compartir este hermoso relato. Haces que cada uno volvamos a vivir esta noche mágica, llena de alegría , recuerdos y emociones. Un abrazo
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