lunes, 3 de noviembre de 2025

CALLES QUE SUSURRAN

Entre el mercado y la peste. Barbastro medieval (1300 a 1350)

Este verano, durante la breve visita a León de unos amigos de Barbastro, les mostramos parte del valioso patrimonio histórico de la ciudad y compartí mis modestos conocimientos sobre lo que estábamos viendo. Dani, uno de los jóvenes hijos de nuestros amigos, me dijo: sabes, Alfonso, que me estoy dando cuenta de que de la historia de nuestra ciudad no sé nada …”

Ya en Barbastro, sentí la necesidad de “perderme” por el barrio del Entremuro, para mí el alma de la ciudad. Una mañana soleada me encontré caminando por ese entramado urbano de origen musulmán. El barrio estaba desierto, bañado por una luz especial. El silencio lo invadía y las calles vacías parecían susurrar historias de tiempos pasados.

Llegué a la plaza de La Candelera, me senté. Recordé a Dani y busqué el eco de aquellos tiempos y mi mente viajo hacia atrás, hasta comienzos del siglo XIV.

En el año 1300, Barbastro llevaba dos siglos bajo dominio cristiano, desde que Pedro I la conquistara en el 1100. Aunque no se conservan censos, a través de documentos eclesiásticos y protocolos notariales se estima una población entre 2000 y 2500 habitantes: un 80% cristianos, unos 200 judíos y cerca de 100 mudéjares.

Calle La Encomienda

La convivencia entre culturas era relativamente pacífica, salvo algunos conatos en celebraciones religiosas. En el ámbito comercial, predominaba la colaboración. Las tres religiones gozaban de libertad de culto, protegida esta por el fuero aragonés, aunque judíos y musulmanes debían de pagar impuestos especiales, lo que beneficiaba a la corona.

La lengua vehicular era el aragonés medieval, derivado del latín vulgar. Entre musulmanes, el árabe era la lengua de comunicación y el hebreo entre los judíos. El latín seguía siendo la lengua culta, usada en documentos administrativos y eclesiásticos.

La economía se basaba en la agricultura, ganadería, artesanía y comercio.

En la plaza en la que me encuentro, La Candelera, se celebraban mercados semanales y ferias anuales. En las fechas a las que me refiero, esta plaza se quedaba pequeña dado el movimiento comercial que en ella se generaba. Barbastro se expandía; fuera muros tras la puerta Traviesa, que iba desde el Palacio del Obispo a las “Hermanitas”, se estaba abriendo la “carrera mayor” (hoy calle Argensola). Pero el nuevo mercado no sería una realidad hasta finales del siglo XIV.

La Candelera cobraba vida durante los días de mercado, especialmente en los de feria. Saltimbanquis, acróbatas, juglares, trovadores, músicos y bailarinas, animaban el ambiente, transformando el mercado en un espacio de comercio y entretenimiento popular. Aunque predominaba el aragonés, se oían lenguas diversas como el hebreo, árabe, catalán e incluso dialectos del sur de Francia. Los mercaderes, expertos en el valor de distintas monedas, facilitaban los intercambios con destreza.

miércoles, 13 de agosto de 2025

CON ESPERANZA

 

Solar en la calle Nueva de Campo (Huesca)

Sin expectativas y con esperanza.

El verano desenfoca el entorno cotidiano.

Si riegan la calle a primera hora, ocurre con frecuencia, me gusta mirar desde el balcón la labor que realiza el operario del Ayuntamiento; su afán por mantener el chorro de agua a presión en determinadas zonas singularmente ensuciadas resulta encomiable.

El calor aún no ha hecho acto de presencia y en la calle Joaquín Costa reina el silencio. Alguna persona la transita. Oigo el crotoreo de las cigüeñas de la torre de los Misioneros, contentas como yo a primera hora de la mañana.

El pensamiento descansa en esta realidad y siento que me gusta mi calle; me gusta hasta que llega la tarde-noche y en algunas esquinas se instalan personas que hablan a gritos, desempolvan aparatos de los que se proyecta la música a todo volumen, mientras la chiquillería juega descontrolada con bicicletas y monopatines.

En estos momentos es cuando ratifico que en verano me faltan las fuerzas para batallar. No quiero pensar en cómo la calle se está ensuciando con latas y envoltorios de chucherías y restos de cualquier elemento que, poco antes de arrojarlo al pavimento, entretenía, pero así es, día tras día.

Por una rendija del velo que coloco involuntariamente sobre la cruda realidad vecinal entra la esperanza que me producen municipios donde la calle se cuida y los solares sin edificación no se llenan de desperdicios como ocurre en la calle Joaquín Costa y aledañas (la vegetación espontánea, si la hay, esconde la inmundicia).

Son espacios que otrora albergaron un edificio y hoy vemos que se “protegen” con amor porque la calle importa.

Este lugar está en la calle Nueva de Campo, municipio a los pies del pico Cotiella.

Quiero compartir la imagen que me emocionó hace unos días.

Sigo esperando un paso adelante por parte del Ayuntamiento de Barbastro y los propietarios de los solares degradados. Si se diera, la colaboración de muchos vecinos llegaría y tal vez, entre todos, se podría acabar con las prácticas incívicas.  La acción de cuidar invita al cuidado.

¡Feliz verano!


Calle Nueva (Campo)
Al fondo, a la derecha está el solar fotografiado

Otras entradas relacionadas con la de hoy:

Un mar de dudas 23/07/2020

jueves, 10 de julio de 2025

EN MEMORIA DE JOAQUÍN COLL CLAVERO, SEIS AÑOS DESPUÉS

 

Joaquín, en el jardín de su casa

Han transcurrido ya seis años de ausencia de mi amigo Joaquín. Lejos de desvanecerse su recuerdo se hace más nítido con el tiempo; no tanto los hechos vividos como su rostro, sus gestos y su risa franca, que permanecen en mi memoria como también me acompaña aquel mirar capaz de hablar sin palabras. Tal vez, con los años, uno aprende a valorar más a la persona que las experiencias compartidas, aunque estas sigan viviendo en mí.

Quiero que este recuerdo, mientras la vida me lo permita, alcance también a aquellos amigos (algunos también de Joaquín) que ya no están, pero que caminaron junto a mí, dejándome una huella imborrable. Así, cómo no evocar, en su representación, la mirada azabache y bondadosa de Pedro Oliete; la discreción e inteligencia de mi querido amigo de la infancia Justo Riazuelo, que partió cuando apenas comenzábamos a vivir; o la sonrisa diáfana como ibón de su querido Pirineo, donde desembocaban los impulsos apasionados, de Jorge Mayoral, quien nos dejó recientemente.

En el poemario de Joaquín “Cuadernos de un viejo poeta” -  Antología (1967-2019), editado en 2024 y en un apartado distinguido como “Joaquín era así”, varios amigos dedican preciosos artículos a su memoria. De entre ellos, he elegido el párrafo final que le dedica José María Aspiroz, en el artículo titulado “Un barbastrense de bien”: 

Pasarán muchos años y su memoria perdurará entre sus coetáneos y más jóvenes. Nos dejó casi sin avisarnos, y una sensación  de orfandad y una tremenda nostalgia afloran entre quienes fuimos sus amigos, pero a la vez una infinita sensación de paz nos reconforta porque el ánimo de Joaquín nos envuelve y protege”.

Joaquín, además de su perfil intelectual tenía un firme compromiso con sus ideales. Destacaba el amor por la familia, cultivaba la amistad con cuidado y era un conversador excepcional, atento y generoso con los amigos.

Termino este recuerdo con un poema de su autoría, dedicado a los amigos y que figura en la antología citada.

 

LOS VIEJOS AMIGOS

Hay que decir

con la arrogante impiedad de los enigmas,

que los amigos son siempre los amigos

y van siempre contigo porque habitan

ese oscuro anaquel de la memoria

en que vives tú mismo.

 

Tal vez por eso es bueno frecuentarlos

prolongar la ternura de los momentos nuevos

catalizar la química que alarga

el dulce transcurrir de los recuerdos.


Con los viejos amigos.

Joaquín Coll Clavero

 

 Alfonso Ordín Náger

martes, 17 de junio de 2025

LA GRAN REDADA GITANA

Cartel en Cine Berlanga
Calle Andrés Mellado, 53 Madrid


Terminé el mes de mayo en el cine Berlanga (Madrid). Había visto un cartel anunciador para los días 30 y 31 con el título genérico “Cine y pueblo gitano”.

Me acerqué el último día, en el que se proyectaba el documental “Gran Redada Gitana: historia de un genocidio”, de Pilar Távora.

Como se intuye por el título, se trata de un viaje al pasado para dar testimonio de un acontecimiento atroz y desconocido (1) de la historia de España (siglo XVIII) del que solo dan cuenta los archivos históricos. El hecho de que no se haya incluido en los libros de historia lo hace más abominable, si cabe.

La directora ha optado por escenificar algunos pasajes, pero deja el peso de la narración en manos de una serie de personas que relatan lo sucedido con rigor y emoción. Las palabras brotan desde lo más profundo de su alma y atrapan al espectador.

Espero volver a ver el documental el próximo año, pero esta vez en Barbastro, en el cine Cortés (durante el 2025 solo se proyectará en festivales). Y ese día quisiera estar al lado de un amigo, José Castellón Gabarre, conocido por todos como Gallo.

Lo tuve muy presente en el Berlanga; seguro que en el interesante coloquio que hubo al final de la proyección él hubiera levantado la mano para participar porque Gallo es reflexivo a la par que espontáneo. Todo un lujo tenerlo de vecino.

Se habló de dolor secular y de cante flamenco, de resistencia y de orgullo de pertenecer al pueblo gitano, pero también del alto porcentaje de fracaso escolar que, sin duda, facilita la marginación social.

En este sentido, pensé que no solo Pilar Távora (cuya trayectoria vital y profesional ha sido merecedora de reconocimientos), sino también los cronistas elegidos pueden ser referentes que estimulen a las nuevas generaciones.

José Antonio Marina, filósofo y especialista en educación escribe: “para educar a un niño hace falta la tribu entera, pero padres y docentes constituimos el equipo pedagógico básico de una sociedad”.

La iniciativa “Cine y pueblo gitano” estaba amparada por la SGAE y la Fundación Secretariado Gitano.

Hoy he tenido una grata sorpresa. Ha sido en la exposición “Un tiempo para mirar”. Entre las espléndidas fotografías seleccionadas de Marisa Flórez (León, 1948) de temática variada (política, activismo, crónica social, cultura) hay una que va a cerrar esta reseña.

Imagen obtenida en la exposición de Marisa Flórez "Un tiempo para mirar (1970-2020)"
Sala Canal de Isabel II (calle Santa Engracia, 125 Madrid)

Pie de foto: “Primeras manifestaciones de mujeres gitanas en la Plaza Mayor para pedir el fin de la discriminación del colectivo gitano convocadas por la Asociación Desarrollo Gitano y autorizadas por el Gobierno Civil. Madrid 1978” 


(1) Publicaciones sobre el hecho histórico:

Gómez Alfaro, A. (1993). La gran redada de gitanos

Sánchez Pérez, M. (2022).  1749 La gran redada

(2) Marina, J.A. (2010). La educación del talento