El niño y las calles
Érase una vez un niño que recorría la calle Monzón cuatro veces al día para ir y volver del colegio. Se sabía el nombre de todas las calles que iban saliendo a su encuentro, pero cuando aprendió a leer las placas que las anunciaban se dio cuenta de que, en algunos casos, figuraba un nombre diferente al que él conocía. Preguntaba por aquellos personajes y sólo encontraba posibles respuestas con ayuda de la imaginación “¿aquél será el dueño de la calle?”, “¿éste vivirá en alguna de sus casas?” …
Hoy, ese niño, que no sabe cómo ha ido pasando la vida pues los meses se le han hecho días y los años meses, se reconoce en el señor que a menudo pasea por la calle Monzón arrastrando sus callados recuerdos. Un día, queriendo darles vida, le oyó decirse …”te voy a explicar a qué obedecen los nombres de la calle de nuestra niñez y el de todas las que encontremos desde el Rioancho (calle General Ricardos) hasta llegar a La Tallada, la plaza de nuestra casa”. El niño, con bata de rayas, botas de suela de "crepé" y cartera a la espalda, se entregó al ilustrado recorrido.
Calle Joaquín Costa - Calle Monzón (*)
Es la arteria madre, una de las principales del barrio de San Hipólito. Todo el mundo conoce el personaje al que hace referencia: Joaquín Costa, una gran figura del Alto Aragón (nacido en Monzón en 1846 y fallecido en Graus en 1911). Historiador, jurista, economista … un polifacético hombre que luchó como un león (así lo llamaban algunos, el “León de Graus”) por los regadíos de esta tierra, entre otras muchas cosas.
Pero a pesar de los evidentes méritos de Costa para ostentar el nombre de una de las calles (que lo fue) más populares de la ciudad, la gente la llama como lo hizo desde que nació esta vía, allá por los siglos XII o XIII “Camino o Calle de Monzón”.
Fue, sin lugar a dudas, durante mucho tiempo, la calle más transitada de Barbastro, pues por ella entraban las mercancías que llegaban desde Monzón y Cataluña, accediendo por la puerta llamada de “La Tallada”, lugar para fiscalizar con los correspondientes impuestos, y donde hoy está el supermercado Mi Alcampo.
Hemos hablado tanto de esta calle, musitaba para sus adentro el señor, que temo perder la objetividad y caer en la nostalgia, que quiero eludir a toda costa, a la hora de analizar el antes y el después de este paisaje de mi infancia. Los “actores” de este escenario, junto con mis padres, me enseñaron con su conducta valores esenciales para la vida (solidaridad, educación, generosidad, respeto ...).
Recibí amor a raudales de los vecinos de una de sus casas, a la que sí miro con nostalgia cuando paso cerca de ella; ese sentimiento sólo a mí me pertenece y no prescribe.
¿Recuerdas?, en aquel entonces la calle Monzón estaba viva, la gente se detenía con frecuencia a hablar en plena calle, en las tiendas se “capaceaba” y como decía nuestro amigo Joaquín Coll Clavero, “era una ciudad en sí misma”. Ahora la vida pasa por ella, o se adentra en sus viviendas; nadie espera a nadie, ni siquiera a las golondrinas que durante mucho tiempo llegaron puntuales para anunciar la primavera.
No reclamo que volviera a ser “la calle de ayer”, pero una mayor atención por parte de los poderes públicos sí merece, tanto ella como las aledañas, pues, al margen de otros méritos, no hay que olvidar que este “cuartón” se comenzó a formar hace 700 años; habitado desde siglos por gente sencilla, con los mismos afectos y temores que la de cualquier otro barrio de Barbastro, pero con mucha historia detrás.
Calle Joaquín Costa, esta mañana (desde General Ricardos) |
Calle de Santo Domingo - Camino del Barón (*)
Ascendiendo por ella se llegaba a la ermita de Santo Domingo, donde en el siglo XIII se ubicaron los frailes Mercedarios (de Santo Domingo), ya en la avenida de la Merced. Pero no siempre se la distinguió con ese nombre pues, en los siglos XVI y XVII, era conocida como camino del Barón haciendo alusión al Barón de Letosa, personaje muy distinguido que vivía donde hoy se ubica el edificio de Telefónica y con anterioridad la casa que llamábamos de Sindicatos. Por ese Camino accedía el barón a sus tierras.
Recordarás que subiendo a la izquierda, en una hornacina, se encontraba la figura del Santo, por un tiempo desaparecida y recuperada recientemente gracias a personas altruistas que sienten Barbastro, y también que era una de nuestras calles preferidas. Casi arriba del todo vivía una familia que nos quería y al subir a verla se percibía aroma a pasta y dulces efluvios de chocolate.
Pues todo eso ha sucumbido al paso del tiempo y la zona, degradada, sufre la desidia más absoluta. Lo peor es que no tiene visos de arreglo porque para solucionar el problema es imprescindible que haya voluntad política, y no existe.
Calle Cascajo - Calle el Cascajo - Calle de la “Virgeneta” (*)
Esta calle mantiene el nombre, cuando menos desde el siglo XVI, por lo tanto todas las conjeturas sobre si su nomenclatura está dedicada a un prestigioso militar de tal o cual guerra posterior, en mi opinión, carecen de consistencia. Posiblemente deba su nombre, en este caso, a que fuera una de las últimas calles empedradas del cuartón del Camino de Monzón.
Pero dejamos estas disquisiciones para reconocer que es una calle de sombra, modesta y singular por su traza, donde se acurrucan los rincones. Que en los años cincuenta del pasado siglo, estaba llena de vida pues su corto recorrido ofrecía servicios diversos. El bar restaurante “La Castellana” servía comidas caseras y daba posada; la armería Franco; venta de vino (El Costeano), chichorrería (al frente, el Sr. Trallero), peluquería de señoras, y locales donde se trabajaba artesanalmente el cuero, entre otros muchos negocios. El Sr. Trueba guardaba allí la locomotora de las castañas y el carrito de los helados. Siempre había niños jugando en la minúscula plazoleta y se celebraba la fiesta de la calle el día 15 de agosto.
Ahora callada y casi inerte recoge su alma en la hornacina que protege a la “Virgeneta”, que da el nombre popular a la calle y a la que nunca le faltan flores y la cariñosa caricia de Pilar, vecina a la que le damos las gracias.
Calle Esparza – Calle la Esparza (*)
También opinan algunos que su nombre está dedicado a la memoria de un destacado militar, pero me remito al historiador Antonio Salas Auséns. Cuando nombra las calles de este cuartón en su libro “La población de Barbastro en los siglos XVI y XVII” la precede del artículo “la” lo que hace suponer que La Esparza hace referencia a una acción (¿tal vez la de “esparcir”?) o bien pudiera ser el camino para ir hacia alguna partida del monte. Seguiremos investigando.
Igualmente modesta, como la mayoría de las vías de este barrio, nace en la calle Monzón y asciende hasta las eras de Palá. Al final se bifurca y por su derecha aparecerá la calle de Santo Domingo y por la izquierda muere en la propia avenida de La Merced.
No recuerdo ningún negocio o comercio instalado en ella, más allá de algún almacén y ventas en domicilios porque la mayoría de sus vecinos se dedicaban a la agricultura y ganadería, en todas sus formas. Tal como el estatus familiar fue mejorando, muchos de ellos buscaron alojamientos que reunieran mejores condiciones de vida para sí y sus hijos.
Y otro día, zagal, nos adentraremos en la calle Conde porque la calle de los Misioneros bien merece dar inicio a una entrada del blog que nos acoge.
Nos vemos en La Candelera, cuando febrero despunte.
Continuará ...
Nota aclaratoria (*): En
primer lugar se reseña la nomenclatura oficial actual, a continuación cómo se
distinguía la calle en el siglo XVI (según el historiador Antonio Salas Auséns)
y por último, el nombre con el que se conoce la calle popularmente, en el caso
de que sea otro.
Alfonso Ordín Náger
Calle Esparza, este verano |
Excelente
ResponderEliminarComo vecino de la calle Monzon n° 22 me encanto este artículo y que desde muy lejos de España recuerdo estas calles con mucho cariño.
Gracias Alfonso
Gracias. Eres anónimo pero, con tu permiso y pidiéndote perdón de antemano, te pregunto ¿ere PAC?
EliminarGracias por compartir este artículo tan interesante de las calles de barbastro.
ResponderEliminarMuchas gracias por leernos
ResponderEliminarGracias a ti
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