sábado, 1 de mayo de 2021

LA PLAZA HERIDA (BARCELONA)

Plaza de San Felipe Neri (Barcelona)
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La plaza de San Felipe Neri de Barcelona es uno de los rincones icónicos de la Ciudad Condal. Construida en pleno barrio Gótico, sobre un cementerio medieval, toma su nombre de la iglesia barroca allí levantada, en la primera mitad del siglo XVIII.

Es una plaza a la que hay que ir ex profeso, al no ser un lugar de paso habitual; recoleta y humilde, comparándola con otras de su entorno, y a la vez romántica, se convierte en marco incomparable para las primeras emociones amorosas de jóvenes adolescentes y también en amparo de los melancólicos, que sufren con el primer desengaño amoroso.

Tres tipuanas, plantadas a mediados del pasado siglo, le dan un aspecto sombrío y algo decadente. Al atardecer, un mágico silencio se apodera de la plaza y comienza el alegre gorjeo de los pájaros que buscan pasar la noche entre las ramas de los también llamados "palo rosa", contentos por el privilegio de tener semejante alojamiento. A finales de primavera, estos árboles engalanan el lugar con sus peculiares flores amarillas.

Alegre está la plaza cuando los niños, de una escuela allí ubicada desde 1959, salen alborotados al recreo y comen su almuerzo, ajenos al trágico suceso ocurrido el 30 de enero de 1938 cuando aviones italianos bombardearon el sitio sin piedad ocasionando cuarenta y dos muertos; entre ellos, treinta niños huérfanos de guerra, acogidos en la iglesia y convento, que entonces realizaba funciones de orfanato.


Plaza de Sant Felip Neri (2016) tabla 60 x 131 cm 
Autor: Miquel Cazaña

Esta obra de Miguel Cazaña permite apreciar la plaza de San Felipe Neri de forma magistral. Desde su perspectiva: enfrente, la iglesia; a la derecha, la escuela; en el lado izquierdo del lienzo, el Oratorio y en el derecho, el museo del Calzado. En el centro, la "fuente del estudiante". La luz es la del atardecer.

Las heridas ocasionadas por la metralla aparecen cicatrizadas en la fachada, pero claramente visibles, tanto, que duele al mirarlas. La iglesia fue el único edificio que quedó en pie. La plaza fue reconstruida en los años 50 del pasado siglo por el arquitecto Adolf Florensa, que tuvo el acierto de trasladar dos fachadas renacentistas desde otro lugar cercano de la ciudad. En el centro de la misma, una fuente octogonal con una pequeña columna, coronada en tiempos por la figura de un niño con un libro, por lo que hay quien la denomina todavía “la fuente del estudiante”. Tras sucesivos saqueos a la imagen, se optó por dejar la fuente tal y como se muestra actualmente.

Reconozco que soy un apasionado del barrio Gótico de Barcelona. Sus callejuelas las recorrí innumerables veces, en soledad, con gente querida, con amigos …, y puedo decir que no sabría señalar la mejor hora para pasear pues si las mañanas ofrecen unos contraluces maravillosos al penetrar los rayos de sol entre sus estrechas calles, el atardecer tiene un encanto especial que se extiende hasta que la magia de la noche se apodera del barrio.

Y aunque este corto relato estaba pensado únicamente para describir una de las plazas más bonitas de Barcelona, me permito la licencia de contar que para mí, además, tiene un especial significado y me trae dulces recuerdos de mi ya lejana juventud. Desde las “noches de versos compartidos” como describe nuestro recordado Joaquín Coll, a las correrías bohemias de finales de los años 60. De retirada, cansados y un poco agobiados por el barullo de la noche, buscábamos momentos de paz y atravesando el Call (barrio judío) alcanzábamos la plaza de San Felipe. A esas horas, la inundaba un profundo silencio y a la vez el agua de la “fuente del niño” nos ofrecía una monótona y relajante melodía. Sin proferir palabra alguna, nuestras mentes se relajaban, hasta que los moradores de las tipuanas, con nerviosos aleteos, nos alertaban de que estaban próximas las luces del alba.

Por desgracia ahora no es así. Hace unos años (en el 2006), la plaza fue escenario de la película “El perfume”, y desde entonces mi querida plaza aparece en todas las guías turísticas. Aquella soledad de la que se disfrutaba ha desaparecido, pero siempre existe un momento para visitarla. Al estar en ella, uno se da cuenta de la magia y energía que tiene esta "plaza herida" porque su alma es muy fácil encontrarla.

Alfonso Ordín Náger

1 comentario:

  1. Por mucho que la quieran publicitar, para los que la queremos, siempre la sentiremos nuestra.
    Tiene esa màgia que aunque estè llena de gente extraña, te transporta y trasmite una paz muy especial.
    Gracias por este bonito relato.

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