lunes, 5 de abril de 2021

TIEMPO DE MARGARITAS

En el tiempo que hoy canto, los márgenes de la calle o cualquier resquicio compatible con la vida se inundaba de ababoles, y donde hoy se abandonan con impunidad latas de cerveza y desechos varios, entonces, crecían las margaritas.

La Fábrica de géneros de punto A. Soler es un viejo edificio, desvencijado y perimetrado por multitud de recipientes de plástico, vacíos y llenos de comida para gatos.

Tal y como hoy lo vemos, es obvio que el alma de este caserón de la calle Santo Domingo ya no se manifiesta a cualquier transeúnte que llega a su altura; la ensoñación se reserva para unos pocos, entre los que nos encontramos aquéllos que tuvimos la fortuna de crecer en compañía de sus propietarios.


Puerta de entrada al jardín del Sr. Soler
(Nótese en el pilar: AÑO 1935)


Por la senda que bordea este jardín me llegaron los amigos de la infancia y del mismo modo que entraron en mi vida y se quedaron para siempre, con esa naturalidad, se asomaban al balcón y veían el paseo del Coso o, por la parte de atrás de sus respectivas casas, accedían a la calle Santo Domingo, mi calle.

Mientras yo tenía falsa, y subir a ella algún domingo ocasional era motivo de fiesta, ellos contaban con patios floridos y miradores, a los que se llegaba con gran facilidad. Además, sus casas tenían otro aliciente, el plus de originalidad que les otorgaba el entrar o salir por distintas calles. 

−¡Pili Paaaaaa-rraaaa!, ¡Miguel Ánnnnn-geeeel! …

Ante nuestra llamada, a voz en grito, estos hermanos acudían a mi calle con prontitud, aunque la mayoría de las veces llegaban por iniciativa propia. Para mis amigos, Santo Domingo tenía infinidad de atractivos: jugar en las eras de Palá (“la de arriba” y “la de Charo y Lola”), y en la de Felisa; preparar obras de teatro en nuestra casa; charlar con el Sr Soler y disfrutar de su jardín …; imitar a los cantantes de moda, en las ventanas de la fábrica (improvisado escenario unipersonal): "En la arena escribí tu nombre/y luego yo lo borré/para que nadie pisara/tu nombre María Isabel", como decían Los Diablos allá por 1969.

Pero también, reunirnos con los vecinos de la parte baja de la calle, es decir, los que vivían pasada la morera (espléndido árbol, situado hacia las “escaleretas”, que fue alimento esencial para nuestros gusanos de seda), o con algún otro amigo de la calle General Ricardos, con acceso a Santo Domingo. Y, por supuesto, con los chicos que vivían en la avenida de la Merced.

Con el selecto grupo de amigos del corazón, alguna tarde de verano, desoyendo las recomendaciones de los mayores, nos adentrábamos en su senda para llegar hasta la demba, una zona de vegetación frondosa y enmarañada que, solventado algún impedimento que nunca llegamos a superar, bien podría extenderse hasta los “Artetes” (actual calle Fonz).

Para todos nosotros, Santo Domingo y su entorno eran sinónimo de libertad y entretenimiento.

Día tras día, (no más allá de mis 12 años), repetíamos encuentros, juegos y ceremonias, que nos daban una felicidad de la que también formaba parte el aburrimiento y del que, por cierto, nos liberábamos con imaginación y compañerismo.

Al transitar ahora por la calle y observar el estado en el que se encuentra toda la zona, tengo la percepción de que en mi niñez se ocupaban los lugares sin degradarlos, se utilizaban o se disfrutaban, pero su dignidad no sufría mella alguna.

En el tiempo que hoy canto, los márgenes de la calle o cualquier resquicio compatible con la vida se inundaba de ababoles, y donde hoy se abandonan con impunidad latas de cerveza y desechos varios, entonces, crecían las margaritas.



Casas del p.º del Coso (accesos posteriores)

A pie de paseo, el bar Victoria (izq.) y el inolvidable bar La Paz (dcha.)

En los pisos 1º y 3º, respectivamente, vivían mis amigos


¡Muchas felicidades!, Marga querida.

6 comentarios:

  1. Gracias por transportarnos con tus palabras a un rincón agradable de nuestros recuerdos, que aunque nos fuimos siendo yo muy pequeña, sí que los pude vivir a través de las historias que se contaban en casa.

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  2. Gracias infinitas a ti, por tus palabras.

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  3. Charo, por unos instantes me he trasladado en el tiempo y he disfrutado de esas calles, eras y jardines repletos de margaritas....gracias por compartirlo!!!!

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  4. Estoy encantada con tu nueva entrada. Es muy especial para mí en todo su contenido. También ha sido maravilloso saber que, ha despertado recuerdos que dejaron huella en sus corazones a personas que compartieron aquellos inolvidables años.
    Hoy, me has vuelto a sorprender con una pequeña pero significativa ampliación de esta publicación.
    Gracias Charo, espero con ganas y paciencia tu próximo relato.

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  5. Charo , que bonitos recuerdos. Yo que llegue a Barbastro muchos años después, recuerdo escapadas en la libertad que daban estos pueblos en nuestra niñez. En mi caso uno muy pequeñito de la provincia de Soria.
    Gracias Charo.

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