Desde la distancia, me he acordado de mis calles aledañas. Caminando hoy por la ciudad, en un día casi primaveral, he levantado la vista y mis ojos se han llenado de un azul infinito.
En calles de segunda, que no tienen ni una simple y necesaria papelera, es liberador alzar la mirada y encontrar un punto de equidad. La luz del sol no hace distinción, también en las aledañas toma todos los colores del arcoíris para regalarles un azul infinito.