Entre el mercado y la peste. Barbastro medieval (1300 a 1350)
Este verano, durante la breve visita a León de unos amigos de Barbastro, les mostramos parte del valioso
patrimonio histórico de la ciudad y compartí mis modestos conocimientos sobre
lo que estábamos viendo. Dani, uno de los jóvenes hijos de nuestros amigos, me
dijo: sabes, Alfonso, que me estoy dando cuenta de que de la historia de
nuestra ciudad no sé nada …”
Ya en Barbastro, sentí la necesidad de
“perderme” por el barrio del Entremuro, para mí el alma de la ciudad. Una
mañana soleada me encontré caminando por ese entramado urbano de origen
musulmán. El barrio estaba desierto, bañado por una luz especial. El silencio
lo invadía y las calles vacías parecían susurrar historias de tiempos pasados.
Llegué a la plaza de La Candelera, me
senté. Recordé a Dani y busqué el eco de aquellos tiempos y mi mente viajo hacia atrás, hasta comienzos del siglo XIV.
En el año 1300, Barbastro llevaba dos
siglos bajo dominio cristiano, desde que Pedro I la conquistara en el 1100.
Aunque no se conservan censos, a través de documentos eclesiásticos y protocolos notariales se
estima una población entre 2000 y 2500 habitantes: un 80% cristianos, unos 200 judíos
y cerca de 100 mudéjares.
| Calle La Encomienda |
La convivencia entre culturas era
relativamente pacífica, salvo algunos conatos en celebraciones religiosas. En
el ámbito comercial, predominaba la colaboración. Las tres religiones gozaban
de libertad de culto, protegida esta por el fuero aragonés, aunque judíos y
musulmanes debían de pagar impuestos especiales, lo que beneficiaba a la
corona.
La lengua vehicular era el aragonés
medieval, derivado del latín vulgar. Entre musulmanes, el árabe era la lengua
de comunicación y el hebreo entre los judíos. El latín seguía siendo la lengua
culta, usada en documentos administrativos y eclesiásticos.
La economía se basaba en la
agricultura, ganadería, artesanía y comercio.
En la plaza en la que me encuentro, La Candelera,
se celebraban mercados semanales y ferias anuales. En las fechas a las que me
refiero, esta plaza se quedaba pequeña dado el movimiento comercial que en ella
se generaba. Barbastro se expandía; fuera muros tras la puerta Traviesa, que
iba desde el Palacio del Obispo a las “Hermanitas”, se estaba abriendo la
“carrera mayor” (hoy calle Argensola). Pero el nuevo mercado no sería una
realidad hasta finales del siglo XIV.
La Candelera cobraba vida durante los
días de mercado, especialmente en los de feria. Saltimbanquis, acróbatas,
juglares, trovadores, músicos y bailarinas, animaban el ambiente, transformando
el mercado en un espacio de comercio y entretenimiento popular. Aunque
predominaba el aragonés, se oían lenguas diversas como el hebreo, árabe,
catalán e incluso dialectos del sur de Francia. Los mercaderes, expertos en el
valor de distintas monedas, facilitaban los intercambios con destreza.