A finales de abril tuve
una visita inesperada que me llenó de alegría:
"Vengo a pedirte la foto que nos hiciste a mi mujer y a mí sentados en el banco, ¿tendrías una copia? Es que ella guardó la que nos diste, la guardó en alguno de sus libros, y no sé en cuál. Ahora que me falta quiero esa foto de los dos juntos, sentados en el banco, no quiero otra, quiero esa foto".
Al decirle que me iba a
ser fácil encontrarla se le iluminó la cara y los ojos se le llenaran de
lágrimas.
Días más tarde le
entregaba la fotografía a Francisco y él me regalaba recuerdos de Carmen, su
mujer, que me ayudan a dirigirme a ella.
Carmen Vidal Sirvent y Francisco Viñuales (*) |