martes, 5 de octubre de 2021

LA ESPARZA Y LAS CIRUELAS

¿Habéis probado las ciruelas “claudia” recién cogidas del árbol? Cuando yo iba a comprarlas. a la calle Esparza, me fascinaba el modo en el que me las vendía Pilarín. En la puerta de su casa o en el patio y, algún tiempo más tarde, en una habitación contigua, estaban dispuestas las verduras cultivadas por su padre y entre ellas se encontraba la cesta con la fruta favorita de mi madre.

Desde la ventana, me había dado la bienvenida y al instante la tenía a mi lado, sonriente y dispuesta para la venta. Charlábamos un poco mientras ella daba un repaso a su género: tiraba las hojas mustias de alguna lechuga o ponía en orden tal o cual hortaliza, hasta que en un momento dado, tras conocer la cantidad de ciruelas que yo necesitaba, iniciaba la ceremonia que iba a atrapar por completo mi atención y mantendría mi vista fija en sus manos.

Con ágiles dedos y sumo cuidado, para no alterar la forma de la ciruela, escogía el ejemplar y lo depositaba en un plato de la balanza. En esta acción, reiterada e hipnótica, combinaba destreza y delicadeza y ponía especial esmero en “las claudias” que habían estallado o en las que la pulpa estaba a punto de aflorar.


Calle Esparza