Ferré, J.C. (2018) “Las Plazas del mercado”. De dentro y de fuera, pp. 99-100.
Texto cedido a Calles con alma, por el autor.
La cabeza en el Vero, los
pies en el Rioancho y la mirada en la
huerta vieja, la plaza del mercado no
es una sino dos. Se hace otra a mediodía, cambia de cara y de traje. Es domingo
cada tarde y lunes cada mañana.
Cada mañana, a buena hora
y antes que el claro se desliza por los toboganes de esponja y teja árabe hacia
el centro del gran patio interior porticado, el señor Goyo aparece por la esquina del Boni con los diamantes del campero
sobre su carro. La mano izquierda en los riñones, badallando las orejeras sueltas de la visera Durruti, construye muy lentamente una ordenada fortaleza de cajas,
de canastas de caña y corvillos de
mimbre. Todo en su sitio, los poros de su guante echan humo, y el costado este
de la plaza, protegido por Santa Ana, espera a su dueña bajo la sombra.
Plaza del Mercado (Barbastro) Alrededor de 1980 |