En el tiempo que hoy
canto, los márgenes de la calle o cualquier resquicio compatible con la vida se
inundaba de ababoles, y donde hoy se abandonan con impunidad latas de cerveza y
desechos varios, entonces, crecían las margaritas.
La Fábrica de géneros de
punto A. Soler es un viejo edificio, desvencijado y perimetrado
por multitud de recipientes de plástico, vacíos y llenos de comida para gatos.
Tal y como hoy lo vemos,
es obvio que el alma de este caserón de la calle Santo Domingo ya no se
manifiesta a cualquier transeúnte que llega a su altura; la ensoñación se
reserva para unos pocos, entre los que nos encontramos aquéllos que tuvimos la
fortuna de crecer en compañía de sus propietarios.
Puerta de entrada al jardín del Sr. Soler
(Nótese en el pilar: AÑO 1935)