Los veía a través de ventanas enrejadas. Eran ya, indefectiblemente, las cinco de la
tarde. Con movimientos suaves se acomodaban alrededor de las mesas y en pocas
ocasiones una voz conseguía sobresalir del murmullo que entre todas formaban.
Los ancianos que captaban mi atención me
transmitían sosiego aunque la calma se viera interrumpida tan pronto como
incorporaban una nueva ficha a las partidas: el jugador, con inusitada energía,
colocaba a la elegida y de ella salía un quejido, que junto a otros muchos
acababan por conformar una melodía llena de vida.
Palacio Mora Claros Fuente: www.andalucia.org/es/huelva-turismo |