Hace
ya cuatro años de la ausencia de Joaquín y unos cuantos más de la de su amigo
del alma, Pedro Oliete (junio del 2006). Los dos me honraron con su amistad.
En
mis solitarios paseos matutinos por las zonas verdes que jalonan el río Bernesga en León, se genera un ambiente que me
invita a la reflexión. Según el estado en el que se encuentra mí espíritu,
alegre, triste, melancólico, nostálgico …, así es la deriva de mis pensamientos.
Y
es ahí cuando la brisa fresca, que el río arrastra desde los puertos, sacude mi
memoria y evoco aquella época de juventud que recorrimos juntos, en Barcelona. Generosa
en recuerdos y anécdotas joviales y, también, de compañerismo y de nobleza en
momentos complicados. Celebro todo ese tiempo que compartí con ellos y que para
mí fue un regalo.
Hoy
no voy a ponderar sus valores, lo he hecho ya en muchas ocasiones y lo saben
muy bien quienes los conocieron, únicamente me remito al título de mi primer relato
en su recuerdo: “Como ibones del Pirineo”, así eran, claros y
transparentes; dedicados a los estudios y a brindar su ayuda a quien se la
solicitara.
En esta fecha (10 de Julio), en la que Joaquín emprendió el viaje de no regreso, acostumbro a recordar a ambos amigos de forma explícita en este blog porque por encima de la ausencia se mantienen vivos en la memoria de quien los quiso.
CARTA AMOROSA
Amigo:
Hace 500 siglos que no hablamos
y
retomamos juntos los caminos
en busca
de la sabiduría.
Amigo:
Nuestras bocas son loros endemoniados
y nuestro corazón amurallado
por el seco lodo de la miseria.
No vivimos casi nada.
¡Me quejo!
Porque quiero quererte y que me quieras
Es cierto: nos queremos
pero esa lámina de vidrio
que nos separa
nos hace convertir en pantomima.
Espero que tú esperas
que la rompa
y yo
lo mismo espero.
Joaquín
Coll Clavero
Seguiré contando con ellos, siempre han sido amigos fieles, pues en este invierno en el que ya me encuentro, necesito su recuerdo para sentirme joven. Y me esforzaré en seguir caminando, a pesar de que los años y la isquemia me obligan a hacerlo cada vez más despacio y porque sé que cuanto más lento camina uno, más deprisa pasa la vida.
Alfonso Ordín Náger
A la orilla del río Bernesga Lateral del Paseo de Salamanca (León) |