Todas las tardes de este verano sobre las 4 y media, “mi calle” se convierte en un planeta. Y en él me sumerjo con cuerpo y mente entregados a la experiencia de vivir la libertad que me brinda.
Durante una hora lo habito con fruición y plena consciencia. A veces tengo el regalo de encontrarme con la sonrisa abierta de un conocido o de un habitual y nuestros rostros al descubierto expresan, mejor aún que la palabra, la satisfacción que produce practicar una actividad, durante muchos meses añorada.
Definitivamente las 6 calles de las Piscinas municipales de Barbastro se han reconvertido en 4 planetas, cuatro calles para cargarnos de energía, agradecimiento, positividad … y emprender el viaje de vuelta a la Tierra renovados por estos ingredientes tan necesarios para vivir el día a día.
En todo el recinto ha brillado el sol, y también la amabilidad, y cuando ha sido necesario recordarnos alguna medida sanitaria se ha hecho con tacto y persistencia, con profesionalidad.
Sus calles acuáticas se han ganado la categoría de “calles con alma”, y no precisamente por su trazado o su historia acumulada, sino porque han contribuido a la felicidad de sus “transeúntes”.
¡Gracias, a todos los que lo hacen posible!